Este blog, zona sin Violencia Intrafamiliar
“Un hombre mató de cinco cuchilladas a su esposa porque no le quiso ir a comprar en la madrugada media caja de cerveza”, leí en la prensa y me quedé con la impresión de que en el último mes a diario había notado en el periódico noticias relacionadas con la muerte de mujeres a mano de sus esposos. Eran asesinatos con toda la sevicia posible, uno a cuchilladas, otro a machetazos, otro la quemó mientras dormía, otro le descargó el revolver, etc, etc.
Esa mañana estuve en la fiscalía cumpliendo con algunas diligencias y cuando salía de un despacho judicial me topé con la presencia de dos mujeres, una joven y menuda, que por su vestimenta puedo conjeturar, era de un estrato social alto, caminaba de forma cansina con grandes gafas oscuras que solo dejaba al descubierto en su rostro, la levantada punta de su nariz, la boca que advertían labios inflamados con rastros de sangre y una intacta barbilla fileña. Ella sollozaba bajo el amparo de una segunda mujer, ésta, una señora vestida elegantemente de negro, que bien podría ser la madre de quién sufría, aunque también, pudiera tratarse de la triste guía de quién tenía sus días contados. Yo seguí mi camino, pero les confieso que me alcanzó a perturbar la imagen antes descrita.
Al llegar a mi casa al medio día, justo a la hora del almuerzo, sentado en el comedor pude escuchar la voz del Padre Linero que salía de la cocina. Me acerqué a ese lugar para oír mejor lo que decía y encontré a quién nos colabora con el servicio domestico, en concentración absoluta con la predica que salía de la radio. El tema del Padre esta vez estaba relacionado con la violencia intrafamiliar, de inmediato relacioné la charla con las dos mujeres en la fiscalía. Subí un poco el volumen de la radio y nuevamente me senté en silencio en el comedor, cuando de repente la empleada comenzó a narrar episodios impensables de violencia intrafamiliar ocurridos recientemente en el barrio donde ella vive.
Y para cerrar el día en la noche conversé con un amigo de la Guajira, y terminamos hablando por casualidad de los últimos acontecimientos relacionados con otro conocido que incluían golpizas a su esposa.
Al acostarme a dormir, antes de cerrar todos los circuitos, recapitulé sobre los sucesos del día y pensé en la Región Caribe, en nuestra idiosincrasia, en lo que somos, en lo que anhelamos ser, en el gran significado que tiene el hecho de aglutinarnos formalmente en unos estatutos de Región que nos brindarían una especie de mayoría de edad, con las responsabilidades que eso conlleva, es decir, con la autonomía necesaria para que como comunidad escojamos nuestro camino. Pero así mismo especulé en que la creación de la Región Caribe Colombiana también debe constituirse en la ocasión propicia para que desechemos los complejos que por tanto tiempo han reducido nuestras potencialidades.
La revisión de “lo que somos”, debe ser materia exigida antes de ponernos la camiseta de la autonomía. El proyecto de Región Caribe es el escenario natural para refundarnos con los principios y valores necesarios que nos permitan la erradicación de esas taras generacionales en las que se incluye el machismo y el maltrato físico y psíquico a nuestras mujeres.
Ahora, es entendible que esa, la de los principios que regirán a la Región como entidad territorial con autonomía, es una tarea de nuestros lideres, es un sueño, lo que nos corresponde a nosotros, los ciudadanos de todo el territorio caribe colombiano, y que es un imperativo hoy, es el declarar desde ya nuestros hogares como Zona Libre de Violencia Intrafamiliar.
Por mi parte tengo claro que:
No soy más hombre por ser un alcohólico ó drogadicto
No soy más hombre por ser un mujeriego
No soy más hombre por ser un vulgar en expresión y comportamientos
No soy más hombre por no ayudar en los quehaceres del hogar
y sobre todo, No soy más hombre por ser un violento en mi casa y fuera de ella.
Que el calor humano y nuestra espontaneidad sigan siendo nuestra marca registrada, no las tundas dadas a nuestras mujeres. Nada justifica una agresión física entre parejas.
PD. Nos corresponde a nosotros hacer pedagogía, pues está visto que el nuevo sistema penal que opera en Colombia, por lo menos en nuestra región, está colapsado y no representa una intimidación para los delincuentes, pues así reconozcan la autoría de los delitos están quedando en libertad.
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