Un rey que la ha sudado
Cuando llegué a la Puerta de Oro a mediados de los noventas, lo hice como lo ha hecho y lo sigue haciendo la gente de la provincia, atestado de sueños por un mejor porvenir. Qué emoción más grande me producía llegar a estudiar a la capital del Caribe, la casa del ¡Junior tú papá!, también la del siempre majestuoso e imponente Carnaval de Barranquilla. Y fue justo este último acontecimiento mi gran bienvenida a la ciudad. Como es usual en las instituciones académicas barranquilleras, el comienzo de año se aprovechaba para trámites de matrículas, las clases debían comenzar en víspera de Carnaval, luego se interrumpían en honor a las fiestas. Sin presiones nos adentrábamos por primera vez en el cosmos universitario, los profesores muy poco aparecían por las aulas, el ambiente todo, estaba arropado por música de tambor y pregones carnavaleros. No obstante, nosotros, los primiparos, nos manteníamos imperturbables con nuestros cinco materias bien marcados y con los hermosos bo