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Mostrando entradas de noviembre, 2017

La vida para el que cree...

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Las luces a penas se apagaban, otro día se convertía en recuerdos. Me disponía a cerrar la ventana del balcón, y advertí una noche impoluta, revestida de un cargamento inusual de estrellas que embelesadas se entretenían con una muy redonda y resplandeciente luna. Sí, su acogedora luminiscencia se extendía por toda la ciudad y su estela se podía   filtrar a través de recovecos en los diferentes hogares, que a esa hora, también se acomodaban para ofrecer su tiempo al placer de lo onírico. Me acosté sin sueño, en su procura me concentré en las idas y venidas del estridente y agudo aullar de las fuertes brisas encajonadas de fin de año; también lograba escuchar a lo lejos, el ladrido desesperado de un perro y de repente, entró a mi habitación mi hijo de once años, angustiado, llorando con desconsuelo, por que sus padres un día, se tendrían que morir. Me resultó tan familiar la escena, pues a lo largo de mi vida, en diferentes ocasiones   también había padecido de la claustro