El Caribe es Más Grande
Los otros días conversaba con un literato a quién le indagaba sobre procedimientos para la publicación de una Novela. Le conté que tenía una Obra terminada desde hace algún tiempo y que se había convertido en un fantasma para mí, pues con inocencia ó coraje la había sometido a disposición de varios concursos que normalmente demoran un año para emitir un fallo y que además excluyen la posibilidad de que pueda ofrecerla a otras editoriales o participar con ella en otros concursos, por lo tanto el proceso para lograr su circulación ha sido de una lentitud extrema. En la actualidad es revisada en una importante editorial, la ansiedad que tengo es cual “coronel no tiene quién le escriba”, cada que abro mi mail, es con la ilusión de una noticia positiva de la editorial, a sabiendas que el de arriba es el que determina el tiempo de las cosas.
Este amigo con quién conversaba lo primero que me preguntó, fue qué si mi novela pertenecía a la escuela del “realismo Mágico” de Gabo, y mi respuesta fue, que el único dueño de mi escrito era el Caribe Colombiano, una entidad superior. Si se escribe siendo Caribe, sobre situaciones propias de nuestra tierra, se incurre en el riesgo de que se pueda endilgar al autor la categoría de macondiano. Sin embargo, esa sensación es indeleble a los raizales de estás tierras, es nuestra, pues el jugo de maracuyá ó de guayaba dulce ó agria, no solo lo tomó Gabo; tampoco solo él comió guineo machacado con queso y mucho menos disfrutó solo él, de las parrandas vallenatas.
Estamos de acuerdo con que Gabriel García Márquez es un verdadero genio, pero insisto, no debe ser ajeno para un novelista de estás tierras escribir de la manera como los costeños cuentan sus historias, que no es más que narrar las cotidianidades de la misma forma como nuestros padres nos contaban sus saberes antes de mandarnos a la cama, de una manera artesanal y muy sazonada con nuestras particularidades. Es básicamente una cualidad que logramos por el sólo hecho de pertenecer a este rincón del territorio colombiano del que orgullosamente también es Gabo.
Es decir, Gabo emergió cuando nadie nos leía, cuando nadie nos escuchaba, como un gran representante de nuestra tierra, labor que desempeño con lujo de competencia hasta posicionarse como número uno. En razón a todos sus triunfos la situación se tornó a la inversa y quién era nuestra voz, terminó elevado a una condición magnánima de donde luego se desprendería lo que somos, nuestra esencia literaria, cuando la realidad señala que aunque tenga el rotulo del mejor, no deja de ser uno más de nuestros escritores.
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