¿Y dónde estaba Magín?
La persistencia de los artistas es encomiable, sueñan con
trascender, dejar recordación, construir
legados eternos; para eso luchan casi toda su vida. Y digo “casi toda”, porque cuando pasan los
años y llegan a la madurez sin el anhelado éxito, aparece un momento en el que las
pretensiones dejan de ser lo importante y solo quedan provistos de lo que son
en esencia, eso que los llena de dignidad y vida, el amor a su arte.
Luis Magín Díaz García (Gamero 30 de diciembre
de 1922- Las Vegas, Nevada 28 de noviembre de 2017). Las vueltas que da la vida. El más raizal de
los músicos, el mismo que nació en la pobreza, que apunta de azadón y machete resistió las
embestidas de las necesidades, terminó su tiempo en la cúspide; recibiendo en
otra nación, la más poderosa del mundo, honra y reconocimiento por su trabajo; la
gloria de que era justo acreedor desde hacía mucho tiempo y que en nuestro país
no supieron otorgar.
Pero no es este un caso aislado, en Colombia innumerables
“Magines” van por el camino mostrando su mejor sonrisa, construyendo con su
expresión artística las páginas que
ensanchan nuestra riqueza cultural, no obstante a estar arropados de
forma irremediable por la miseria y el abandono.
Por eso la mejor respuesta a la pregunta de: ¿y dónde
estaba Magín, por qué nadie lo conocía? es esa que dio Carlos Vives al ser
consultado en una entrevista: “Magin estaba perdido en su mundo de juglar”.
Pero también le agregaría: “y para ello se inventó un pueblo de nombre Gamero,
que solo existe en su imaginación y del que nunca salió, allí lo tiene todo, su
talento es apreciado, reside Rosa, la musa que alborota su corazón y con ella las
rosas de mil colores y embriagante aroma, con las que conforma su más cercana
representación del Edén.
Qué bueno haber sabido de Magín y su especial aporte musical.
Ahora que estamos embebidos de tanta tecnología, se siente paradójicamente refrescante y más que
oportuno, acercarnos a nuestras raíces, a la tradición oral que moldea lo que
somos. Y no hay mejor manera de hacerlo que con un personaje de la talla de
Magín, así nos haya correspondido conocerlo en el cenit de su historia, justo
cuando tenía 95 años y repletaba de orgullo como de felicidad a sus paisanos
por los logros alcanzados.
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