El Asedio de la Oficina de Movilidad y su Régimen en Barranquilla



No sé si exista otra ciudad en el mundo cuyo régimen represivo con el ciudadano sea tan acosador en materia de movilidad y tránsito como Barranquilla.  Y eso se evidencia desde que se llega al, hoy interminable, puente que funge de limite entre los departamentos del Magdalena y Atlántico. Se pasa la gran estructura para entrar a la ciudad a una velocidad obligada de 30km/h, y además de esta alteración de la movilidad, al terminar el recorrido del puente es normal toparse con un trancón teniendo en cuenta el reten permanente de revisión de documentos a conductores que tiene allí la policía,  no obstante a  que  pocos minutos antes se ha pasado un peaje con puesto de control de la policía de carretera haciendo lo mismo, y que algunos metros  antes del puente que se acaba de pasar,  también se experimentó otro control  por parte del ejercito.

Es decir, olvidan las autoridades que el poder de regulación del transporte debe asegurar que las personas puedan desplazarse, no al revés. Entendemos que la movilización debe darse en condiciones de seguridad, sin tener que exponer la vida y la integridad personal a riesgos más allá de lo razonable; lo cual significa que si se va tranquilo en un vehículo, cumpliendo con las normas correspondiente, no deberían detenerlo los agentes de tránsito, pues no hay motivos para considerar que ese conductor ofrece un  riesgo más allá de lo razonable al conducir su vehículo.

Hay que reconocerlo, en Barranquilla son buenos para encontrarle la caída ó la falta al conductor desprevenido, ese que transita con una luz del freno fundida, ó que se parquea en zona prohibida, ó que hace un giro indebido, ó que se pasa de los 30 ó 40km/h en zona señalizada, entre otras posibles contravenciones. Buenos para sorprender al conductor que viola una especie de segunda biblia, el código nacional de transito y todas las mamandurrias que a propósito de éste se inventa la alcaldía, pues así como todos somos pecadores, de igual forma somos infractores, con la diferencia que Dios perdona nuestros pecados con el arrepentimiento, y por el contrario nuestras autoridades de tránsito lo que hacen es aprovecharse de las fallas para arruinar nuestras economías.

De seguro si se revisa,  la secretaria de movilidad debe ser la que más plata produce en la alcaldía, y probablemente se exalta y da valor a la gestión de sus directores cuando logran mantener las exageradas cifras de recaudo, ya esa platica hace parte de las metas. En consecuencia los procesos pedagógicos sobre tráfico y movilidad no interesa, el negocio es redondito y próspero. En la medida en que las autoridades ocasionen más dificultades en la movilidad, más absurdos, como la reducción de calzadas, como el intercambio o fraccionamiento de velocidades por cuadras, la condenación de vías de histórico doble sentido a uno solo,  ó la colocación de retenes y arreglos de semáforos en horas picos y en zonas de reconocidas ebulliciones vehiculares, entre otras, se podrá cazar más infractores desesperados que puedan engordar las arcas del Distrito ó de quien los detiene para poner el comparendo.

Mientras tanto, el caos vehicular es incontenible y la ciudad en Seguridad sigue padeciendo con más muertos, atracos y delincuencia de todo género. Deberían diseñar estrategias con cámaras ocultas y esconderse en los arboles para también atrapar delincuentes, y no solo a ciudadanos de bien que aprovechando la soledad de las vías hicieron un cruce indebido. ¿Será que la pedagogía resulta inútil en Barranquilla ó es que a las autoridades no les interesa que se aprenda?.





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