CHOCQUIBTOWN





Sí de algo sirven los concursos y premios internacionales, por muy faltos de credibilidad que sean, es para que el desprevenido voltee y mire.

Lo confieso, si no se hubiera armado tremenda alharaca mediática con el Grammy Latino ganado en el 2010 por la agrupación colombiana Chocquibtown, quizá no hubiere descubierto la riqueza musical que parió Colombia a través de un grupo de jóvenes del Pacifico Colombiano.

Chocquibtowm, una denominación nada convencional que solo podría ir bien con una agrupación musical nada convencional. De hecho, para escribirlo bien tengo que mentalmente desarticular el nombre y recordar que el “ choc” es por Chocó, que el “quib”, es por Quibdo, y le agrego el “town”, que en español traduce “pueblo”. Una banda que es orgullosamente una representación del pueblo Pacifico. Así, sin mayores pretensiones, con ganas simplemente de exponer lo que son, su raza, su herencia africana y la condición de colombianos engreídos por su Patria.

Se muestran como una rareza musical en tanto fusionan el funk, el hip hop norteamericano, el ragga jamaiquino y elementos de la música electrónica con los ritmos tradicionales de la Costa Pacifica Colombiana, tales como Bunde, Currulao, Bambazú y Aguabajo.

En la letra de sus canciones narran especialmente sobre sus carencias como pueblo, pero así mismo encontramos en sus estrofas una esperanza que no claudica, para lo cual exhiben una cara de su región que quizá muchos desconocen, me refiero a sus manifestaciones de alegría, sus alimentos, sus sencillos gustos tradicionales que sumados acaban conformando su esencia.

Son Colombia y por mi parte es inevitable que al escucharlos me embargue una emoción de Nación que me pone la piel de gallina.

Es Chocquibtown, otra manera de dejarle a nuestros hijos un legado de lo que somos, nuestras experiencias actuales con todos sus matices. Es la prueba de que también podemos ser capaces de conocernos con idoneidad, sin que tengamos que esperar a que lleguen de otras latitudes a mostrarnos una idea parcializada ó retocada de nuestros pueblos.

Desde la Guajira hasta el Amazona, en todo nuestro territorio colombiano necesitamos que aparezcan más expresiones musicales como Chocquibtown, que nos recuerden de qué estamos hechos.












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