Un Verdadero Alegato en favor de Ricardo Arjona




Me encontraba distraído con un documento en mi computadora, pero tenía latente la proximidad de un partido de fútbol que no quería perderme; en razón continuamente suspendía mi concentración para revisar en twitter las noticias relacionadas con el esperado encuentro deportivo. En una de dichas pausas, me llegó de sopetón un artículo de nuestro buen periodista Alberto Salcedo, de inmediato dejé todo a un lado y me dispuse a disfrutarlo, siempre es un deleite leer sobre lo que Alberto escribe, pero en esta ocasión había una motivación extra, el texto era relacionado con un artista al que le hago seguimiento hace muchísimos años y del que tengo todas sus producciones musicales como joyas preciadas. Se trataba de un escrito sobre Ricardo Arjona.

Al iniciar la lectura supe que la cosa era muy disímil a la impresión del título, pues aunque se daba a  entender que lo que venía era un escrito a favor de Arjona, lo cierto es que desde el primer párrafo se apreciaba con claridad lo distante que estaría dicho encabezamiento del contenido. El título era “Payasos: un alegato en favor de Ricardo Arjona” y Comenzó de la siguiente manera: “Cuando descubrí a Ricardo Arjona en la televisión, lo que más me impresionó no fue la tontería de sus versos sino el engreimiento con el que los cantaba: “Hay pingüinos en la cama, por el hielo que provocas, si hace un mes que no me tocas”  “Patético”, pensé, y en seguida supuse que un adefesio de ese calibre desaparecería pronto de la escena, borrado por la industria discográfica u olvidado por el público.”

Y continua el cronista Salcedo con una andanada en contra de Arjona tratándolo de majadero, estúpido, disparatado, ridículo, necio, incontinente verbal, patético, payaso, entre otros tratos despectivos.

Es evidente que a nuestro insigne periodista no le gusta la música de Arjona, lo raro es que reconoce el original contenido de sus composiciones, pues no es casual que señale que el artista no tiene limites es sus letras, aduciendo que le canta a lo que nadie más le canta,  y que adicionalmente reconozca con ironía que sus creaciones puedan ser divertidas.

Ahora mi punto de vista. Creo que no siempre el artista para serlo, requiere construir una rutina llena de convencionalidades, al punto que uno casi sepa las palabras que vienen durante el desarrollo de las canciones. Aunque la melodía es un aspecto fundamental en la producción musical, regocija el espíritu y sobre todo la mente el encontrarnos con propuestas arriesgadas que nos hagan pensar cosas diferentes.

Nadie puede decir que las letras de Arjona sean algo común, pero sí se puede decir la cercanía literaria que acompaña sus canciones.  Son pequeñas historias, cuentos cortos que nos arropan.

Por ejemplo, coincidía  Juan Gosain y Daniel Samper P, en que  lo maravilloso en el vallenato era la literatura en sus canciones, que cantar ó tocar acordeón se podía aprender y muchos lo podía hacer,  pero componer esas pequeñas historias que envolvían y fascinaban a quien las escuchaba, era lo verdaderamente especial de nuestros folclor.

Pues bien, creo que Arjona ofrece una manera diferente de reivindicar los momentos, aquellos que pasan desapercibidos ante lo ordinario, pero que recreados en su forma particular nos recuerda que existen, que son especiales y que hacen parte de nuestras vidas. En el caso de Arjona, no es lo que diga, es cómo lo dice, pues al sentirse distinto, nos invita a viajar, aunque al final, eso que nos llamó la atención sean simples episodios de nuestras cotidianidades, incluido reclamos sociales.

Muchas veces después de escuchar  a Arjona me encuentro con ganas de escribir, pues su creatividad me resulta exultante, pero respeto que alguien  que viva de las letras como Alberto Salcedo, censure las de un artista reconocido por escribir canciones con contenidos poco comunes, pues finalmente Salcedo es un Maestro con la idoneidad suficiente para dichas valoraciones. No obstante los millones de seguidores de Arjona en todo el mundo merecen el mismo respeto, pues en materia de arte, cada quien determina que le gusta. 

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